Podemos insultar y
ser irónico todo lo que queramos, pero esto siempre va a ser así. En todos los países
del mundo hay un “Macri”. Insultar a Macri no es más ni menos que lo que
hacemos con el telemarketer que nos atiende cuando hacemos un reclamo a nuestra
operadora de telefonía celular o internet. Solo son los que reciben los insultos;
Están para eso. Desde Bartolome Mitre hasta hoy, los métodos son los mismos.
Agentes lobbistas; son los pregoneros del mensaje de confianza; Traen disposiciones
indicadas para un supuesto bienestar en la sociedad, pero, un bien estar ideal
que carece de propuestas, si hay algo que no pueden transmitir es el “CÓMO?”
Si pudiésemos entender
al neoliberalismo, solo en su mínima expresión, deberíamos notar que nunca se
presenta como lo que encarna. El neoliberalismo nunca dio resultados positivos
en algún pueblo del mundo; No confundir liberalismo con NEO-liberalismo; Milton Friedman
se encarga de dejar bien en claro cuáles son los objetivos de este plan económico
que busca exprimir a los países en sub-desarrollo. Cada país tiene su
representante visible, por detrás de él hay infinidades de nombres que todos
responden a uno solo, o primordialmente a un determinado grupo de poder. Un
poder dominante en todo el mundo. Claro está que para los desprevenidos esto
los hace pensar que quienes tenemos esta postura, esta manera de mirar las
cosas, vivimos en una realidad cual
serie de Netflix, pero no. Cierto sector de la sociedad tiene tal nivel de desinformación
que solo atina a acusar a este sector, al cual pertenezco, de ser una especie
de paranoico que cuestiona y deduce todo dando como resultado que la
responsabilidad de todo la tiene el neoliberalismo.
Pero volviendo al plano político nacional;
tiene que quedar claro que nos estamos enojando y agarrando con “El pibe” que
está en el mostrador de entrada, un pibe que tiene puesta la camiseta de su
empresa, un pibe que sabe lo que hace, que sabe para qué está ahí; un “militante”
del neoliberalismo, un “soldado” de Milton Friedman. Alguien que fue
preparado desde muy chico, en el “arte” de la economía fue entrenado cual monje
Shaolín, espiritual y físicamente para servir al mercado. Empresas
multinacionales, aristocracias, burguesías y oligarquías es lo que representa
su entorno. Los dueños de la Argentina, los que traían en barcos las
estructuras edilicias de palacetes franceses, para parecerse a Europa, y que
nos impacta la visual cuando andamos por las calles del centro de la ciudad de
Buenos Aires. La poca predisposición y falta comunicación con el pueblo, podríamos
llamarlo vulgarmente la falta de “calle”, es lo que caracteriza a este sector
que de ningún modo podemos identificar como políticos.
Un político por mas mentiroso, mafioso y corrupto que sea no provoca los exabruptos
que esta dirigencia causa. Es tal la falta de experiencia en el trato que
obliga a un extremo blindaje mediático, el blindaje, el apaño de todos los
medios de comunicaciones afines a ellos, los mismos grupos beneficiados por el
neoliberalismo aprovechando esa ventaja por formar ese mismo entorno que remarcaba
con anterioridad, el de la aristocracia u oligarquía, como prefieran llamarlo.
Van a llegar a tal punto de ineficiencia comunicativa que estos medios no podrán
rescatar la imagen tan huérfana de coherencia y responsabilidad en la
intensidad de las palabras que pronuncian. Empresarios tratando de apañar
empresarios, cuando los empresarios de la comunicación tienen que proteger políticos
es mucho más fácil, porque el político neoliberal está sometido a la orden de
las corporaciones, el mercado; todos estos son los que regulan la política;
pero cuando los grupos económicos tienen que trabajar a la par de otro grupo económico,
que a su vez, tienen que actuar de políticos, comienza una lucha de liderazgos,
propio estado de competencia que al rubro lo caracteriza; algo que no puede
llegar a buen puerto.
Pero recordar que no son políticos, son
empresarios representando a otros empresarios; están concientizados que tienen
que recibir todos los palos, están formados para eso.
Aquí no podremos descifrar
si son buenos políticos o no, porque un buen político no se refleja con lo que
dice si no con el barro que tenga en sus zapatos.
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