Volvemos al granero del mundo, volvemos a la década infame, esto
lo trajeron los que querían el cambio. La década del ́20, la del ’30.
Épocas donde se asesinaba funcionarios dentro del congreso de la
nación, Lisandro de la Torre, Enzo Bordabehere, Pinedo. Nombres
propios de la historia Argentina que obliga a que algunos apellidos
vuelvan a repetirse.
En la apertura de una de las ediciones de la Feria del Libro en Bs.As.
El Nobel de literatura Varga llosa haciendo un análisis de la
Argentina recordó ese dicho de que éramos “el granero del mundo”
o bien también que éramos “la séptima economía del mundo”. Lo
que evitó decir este escritor es que ese estatus pertenecía a la
rancia aristocracia Argentina, los dueños del país, la famosa
“generación del ́80” casi cien familias dueñas de las tierras donde
se explotaba a las mayorías, a cual estaba inmersa en una extrema
pobreza, trabajando de sol a sol en sus campos para exportar la
producción a Europa y luego comprarles el producto terminado a
cuatro o cinco veces más caro de lo que se le vendía la materia
prima, pero lo vanguardista era que en estas pampas se compraban
ropa de París hecha con hilos producto de la lana de las ovejas
Argentinas.
Este sistema económico se llamó “modelo agro-
exportador” donde básicamente lo que provocaba era expandir la
industria Inglesa, industrializar Europa, obtener ganancias con el
valor agregado del producto y que Argentina, junto a otros países
de latino América estén obligados a venderles la materia prima.
España ya no daba órdenes en territorio del Rio de la Plata, ahora lo
hacía Gran Bretaña pero adueñándose de nuestras economías con
la ayuda de los políticos, como la actual dirigencia neoliberal, que
gobiernan nuestro país y el resto de casi toda Latinoamérica.
Parafraseando a Jauretche “Si malo es el gringo que nos compra,
peor es el criollo que nos vende”
En las últimas horas se dio a conocer un acuerdo de entendimiento
entre la comunidad económica Europea CEE y el Mercosur
(mercado común suramericano). Estas negociaciones no son nada
nuevo, sino, que llevan largo tiempo siendo parte de la agenda de
ambos organismos. Comenzaron en 1995 pero llegaron a un parte
en el año 2004, después de seis años vuelven a reactivarse en el
año 2010 encontrando trabas de parte de los gobiernos opositores
de Argentina y Brasil, en ese momento gobernadas por Cristina
Kirchner y Dilma Rousseff, los cuales no prosperan. Llegando un
2015 y 2016 que encuentra una región con diversos cambios de
políticas, como el de Macri y Bolsonaro, reactivan estas
negociaciones que estaban en marcha. Las idas y vueltas no fueron
por capricho o malas gestiones si no que se deben a intereses
soberanos de cada región. Los gobiernos de Dilma y CFK coincidían
en que estos acuerdos contaban con “asimetrías regionales”
demostrando que Europa está en mejores condiciones que América
latina para todos y no solo para la industria sino que también para
los productos agrícolas que cuentan con subsidios. El reclamo de
América latina, en aquellos años, era que no se está en condiciones
de aceptar un tratado que consta con un ritmo al cual no lo
podemos seguir. Este acuerdo incluye una letra chica que sentencia
la industria latinoamericana. Esas diferencias Europeas se ven en
los índices que arroja como que su PBI es cinco veces mayor que el
sudamericano, registra más de diez patentes al año, esto perjudica
a los medicamentos ya que los laboratorios suelen monopolizar sus
productos al quedarse con las pruebas de estos. En los últimos diez
años Europa duplico sus exportaciones a esta región. ¿Qué
demuestran estos datos? Que si se liberaliza sin criterios, sin contar
con las limitaciones, Europa nos pasa por arriba. Europa analiza la
situación y América busca objetivos, las importaciones de
productos manufacturados, respecto de la UE, del mismo artículo,
es decir de productos con mayor valor agregado, osea, los que
valen más y necesitan de dólares para ser comprados forman parte
de sus objetivos, el 68% de lo importado por el Mercosur lo quieren
todo para ellos buscando dejar de lado a China que se estaba
metiendo en la región. Por otra parte están las exportaciones que
representan el 63% las cuales corresponden al sector agrícola el
cual obviamente se intenta aumentar ese porcentaje en el
Mercosur. La lógica es primarizár en esta área, en el agro, y
favorecerse poniendo sus productos en Europa. Esta gestión se
resume en que Latino América le vende “lo barato” a Europa
mientras que Europa le vende “lo caro” a América Latina. ¿Esto es
abrirse al mundo? El balance entre a que sector de la Argentina le
favorece es fácil de dilucidar, la intención es que tengamos menos
industrias y se desarrolle el sector agrícola propiciando menos
competencia para las fabricas Europeas que quieren introducir sus
productos en América; encontrando un mercado que es carente de
productos nacionales aventajando a lo extranjero brindándole la
posibilidad de que sean lo única opción para el consumo de los
Argentinos. En el libre mercado tiene que existir el opresor y el
oprimido, las industrias Europeas están subsidiadas, las de acá no,
la industria Argentina ante esto seguirá muriendo porque en el libre
comercio los subsidios son el enemigo.
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