El voto femenino en Argentina no
es algo casual. No nació de una planta de un día para el otro, tampoco apareció
por arte de magia en el comienzo de un nuevo día. El derecho al sufragio de la
mujer es resultado de años de lucha por los derechos de igualdad. Una igualdad
que va desde la participación de las mujeres en todos los ámbitos sociales así
como también la de los niños y la de las clases trabajadoras. Porque todo lo
que hoy conocemos como el voto femenino, derechos laborales, el derecho de los
niños y también los derechos humanos son conquistas de los pueblos.
Nadie le regaló nada a la
sociedad; nadie hizo un acto de caridad. Todas estas conquistas cuentan con un
lastre de violencia, muerte y sangre. Estas características que integran las
conquistas a las que hago referencia son las consecuencias que tuvieron que padecer
y enfrentar aquellos que consiguieron que nosotros, generaciones venideras,
podamos gozar de esas conquistas, sus conquistas. Estas conquistas, o derechos,
que para nosotros hoy son “naturales” en un momento de las historia también fueron
rechazadas por ciertos sectores de la sociedad; de la misma manera; que hoy; son
rechazadas ciertas petitorios de las nuevas organizaciones sociales. Justamente
quienes siempre se oponen a las mejores sociales son los mismos sectores Las
elites aristocráticas de las naciones, comúnmente apoyados por la iglesia,
quienes tienen la facultad de dominio de persuadir a una cierta clase media, la
cual esta repudia a las clases bajas. Esta clase media toma la ideología de la
clase alta sin conocer que esta última tiene intereses significativos para que
las mejoras no ocurran.
Si todos tuviésemos estudios, no existiría
la mano de obra barata, si todos fuésemos instruidos no habría un sector social
dominado. Se necesita gente que agache la cabeza y cumpla ordenes, y cuanto más
carencia tenga, cuanto más necesite algo más expuesto a la explotación humana se
encuentra el individuo.
Por eso reitero que nadie regala
nada, “el que no llora no mama” decía Discepolín. Alguien tuvo que morir, ir
preso o desaparecer para que los derechos y las leyes se reformen. La historia
es testigo de un continuo conflicto entre estratos sociales, un estrato social que cada vez más tiene que estar obligado a conocer sus derechos.
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