Alguien en este momento está preparando un discurso,
redactando una crónica o armando una noticia para poder transmitirle al lector
lo que está pasando; algo parecido a lo que me está pasando en este instante.
Solo crecen preguntas en esta tierra fértil de incertidumbre y desconocimiento.
Quizás algún desprevenido no se percato lo que está pasando en América Latina a
nivel general, no tiene en cuenta términos como Lava Jato, Odebrecht, Socma, offshore.
Cuando hablamos de “DERECHA
Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN” estamos tratando de explicar lo que pasa hoy en
la hermana Brasil. Cuando hay un gobierno popular, que responde más por la
clase trabajadora que por los sectores corporativos y empresariales la derecha
no titubea en confrontar. La derecha más recalcitrante es la que representa a
todas estas empresas que se apropian de la riqueza de un país y se la llevan a
sus países de origen. Aliándose con un gran medio de comunicación comienzan a denigrar
a los representantes de gobiernos populares hasta hacer creer a la mayoría de
la población de todas sus calumnias desestabilizadoras. Pero hoy en Brasil está
quedando en evidencia todas estas maniobras. Todos fuimos testigos de la destitución
de Dilma Rousseff, acusada
de corrupción y demás cargos por un parlamento que estaba más manchado que
guardapolvo de jardín de infantes. Hoy quienes lideraban esa destitución están en
la boca del lobo. Todos sus casos de corrupción quedaron a la luz, desde
secretarios hasta el mismo presidente, que no fue elegido en elecciones
populares, Temer. Sus ministros están renunciando, otros están presos como Eduardo
Cunha, ex presidente de la Cámara de Diputados. El primer mandatario hoy está
solo. En conferencia de prensa sin ministros ni secretaros que lo apoyen, sin
medios de comunicación que lo defiendan salió a justificar lo injustificable. Queriendo
ser espontaneo solo logra asemejarse a la expresión que alguna vez acuñó Hannah
Arendt, la banalidad del mal. El que
hace poco más de un año era la salvación de Brasil ante la “corrupta” gestión de
Rousseff hoy se ve un futuro totalmente te oscuro y rehusándose a entregar el
poder.
Esto es la
derecha, una empresa que recibe sobornos creando una situación en complicidad
con los medios de comunicaciones, distrayendo la atención de la sociedad para
que el gobierno tenga espacio de poder reorganizar el sistema de gobierno a su
favor. Pero el descuido de quien representa ese poder es castigado por quienes
dan ordenes, ellos no se mofan ni tiene misericordia, son el poder dominante y
hoy Temer tiene que pagar por sus errores, por no ser un buen lobbysta, por no defender y representar como corresponde a los poderosos del mundo que están interesados en Brasil. Esto pasa en todo el mundo, no nos
distraigamos con Brasil, Venezuela o Argentina. La derecha neo-liberal
ventajera trabaja con una rapacidad grotesca.
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