La marcha del millón lejos
de cumplir el objetivo del eslogan en lo particular ya no es con visiones de “dar
vuelta la elección”. Más centralista en su fórmula se caracterizó por
catapultar a Mauricio Macri como futuro referente opositor del próximo gobierno
lugar que ratificó al día siguiente en el debate presidencial. Ya en el primero
realizado en la Universidad del Litoral dejo expuesta su asimilación de que María
Eugenia Vidal ya no sería la gobernadora después del 10 de diciembre cuando al salirse
de su libreto chicaneó Axel Kicillof quedando en evidencia. El Macri de campaña
desapareció, ya no miente con promesas, actitud que adopta en época electoral,
de lo contrario, acude a la táctica de chicanear, aportar datos erróneos, que
no sabemos si está mintiendo o realmente cree decir la verdad y acusando al
peronismo de todo los males que el dejó, es cierto que no recibió de herencia a
un país símil “Suiza” pero si entregará una Argentina que renquea en inflación con
Venezuela y Sudan del sur. A su favor sigue el blindaje mediático; los diarios
del domingo rompieron su portada con una foto que buscaban hace tiempo, la de
una imagen panorámica que muestre una considerable cantidad de gente. Sin
necesidad de aclarar que Macri el sábado jugó de local tenemos que entender que
quizás en otra parte del territorio nacional no sería el mismo número de
personas reunidas; esto lo veremos esta semana donde Vidal también cerrará su
campaña en un distrito en el que el partido amarillo se hace fuerte, será en
Vicente López, precisamente en el estadio de Platense. Cambiemos ya no es el del
10 agosto y acá sí que “pasaron cosas”. La trompada electoral los hizo
replantearse donde está parado cada uno, Macri, Vidal, Larreta, Marcos Peña.
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La pelea por quedarse con Cambiemos. |
El acto del día sábado a su
vez sirvió de “inflador anímico” al electorado de la alianza pero de la misma
forma fue una demostración de poder frente
a sus compañeros de equipo, de los que quedan de aquellos de “los mejores de
los últimos cincuenta años”. En términos biológicos podría llamarse que el PRO
transita un a “selección natural” en donde de acuerdo a su entorno condicionan
la manera que evolucionará el espacio político. Ante la exclamación de “hay
gato para rato” está Rodríguez Larreta que no corre con la suerte del
presidente y la gobernadora pero tampoco puede descuidarse en las elecciones, Matías
Lammens lo podría forzar a un eventual ballotage pero así y todo puede ocupar
un ala dura dentro del espacio nacido en capital Federal y disputarle el
liderazgo a Macri mientras también apunta a generar treguas internas para
sostener sus funcionarios así lograr continuar con un pié dentro del territorio
que los vio nacer. A esta triada de tensiones políticas la completa la actual
gobernadora de Buenos Aires que hoy toma, frente a los medios, una postura más
pendular con inclinaciones a liderar el post-macrismo.
Ante esta exposición de
fuerza por parte de Mauricio Macri, buscando relegar las imágenes del jefe
porteño y la leona de la provincia, está el radicalismo, eterno rival del
peronismo y que hoy ya no ocupa los pedestales intrínsecos de las contiendas
frente a sus míticos adversarios de larga data comprendidos en la década de los
´40. Hoy Macri quiere ocupar hasta ese
lugar el que le pertenece al partido con más de un centenar de años. En una
clara demostración de abarajar recursos acercándose al 27 de octubre desde
juntos por el Cambio toman la decisión de poner en prácticas las modalidades de
esa política que siempre criticaron, la de “el pueblo” en las calles y los
masivos actos que solo buscan que se perciba el poder de convocatoria a pesar de
la cataratas de medidas anti populares generada durante sus cuatro años de
gobierno.
Roberto Rock.